Cuando tras más de medio siglo de un incesante ir y venir por el mundo se llega a acumular tan impresionante bagaje como compositor, intérprete y autor de libros y artículos publicados y traducidos a varios idiomas, forzosamente debemos aceptar que estamos ante uno de los artistas-músicos más destacados de su generación. Su producción incluye más de 400 obras compuestas para guitarra, conciertos, música vocal y de cámara; más de 40 discos grabados y una innumerable lista de actuaciones en escenarios del mundo como intérprete, conferenciante y maestro. Las bases musicológicas de las interpretaciones que podrán escuchar están plasmadas en su libro «Apuntes de interpretación para el renacimiento y el barroco». Su condición de virtuoso le permite abordar repertorios a partir del siglo XVI interpretando con vihuela de mano, guitarra barroca y clásico-romántica, regresando así a sus orígenes músicas que fueron creadas para dichas sonoridades. De sus grabaciones conviene resaltar los CDs “ORÍGENES” y los volúmenes 1 y 2 de “TAÑIDOS”, con música barroca española inédita interpretada con instrumentos de José Ángel Espejo. De estos tres, el último obtuvo el Premio Ministerio de Cultura de España en Junio de 1991.
A la manera de los “vedutistas” venecianos del siglo xvii, que nos dejaron “fotos” sin par, Manolo Laguillo entra -detrás de su cámara- en la maravillosa intimidad de la construcción de instrumentos-músicos y nos enseña un mundo de formas, texturas, colores, encuadres, luz, materiales, herramientas… Apoyado en su moderna visión artística, sus amplios conocimientos del oficio, sus tratados publicados y su larga experiencia como docente universitario de esta disciplina, sus fotografías terminan por encandilarnos y, necesariamente, invitarnos a reflexionar y admirar esa parte fundamental de la música: el “instrumentarium”.
José Ángel Espejo (Colombia)
Vihuelas, chitarrones, laúdes, guitarras antiguas y modernas en manos tanto de consagrados maestros como de jóvenes intérpretes, en una larga lista de lugares y países que testimonian laboriosos años de dedicación al noble arte de recrear instrumentos-músicos, afanándose en lograr que sean, siguiendo la máxima aspiración de los viejos violeros, “bellos para la vista y para el oído”.
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